La trampa del Liberalismo

A los liberales les encanta Uber. Representa todo lo que es «grande» y «hermoso» del liberalismo: una empresa que usando el ingenio y la tecnología empodera a los individuos por sobre unos tenebrosos «gremios» y «mafias» locales, que artificialmente inflan los precios o dan servicio de baja calidad o lo que sea. Pero, en realidad, Uber es la muestra perfecta del daño que hace querer implementar el liberalismo de corto global en el continente hispano, en la periferia republiqueta.

Si es cierto, Uber efectivamente elimina el poder de los gremios locales de taxistas y le da más a poder al individuo tanto para ser taxista como para conseguir un taxi. Hasta ahí todo bien, pareciera que los liberales tienen razón. El problema es que no se dan cuenta que justamente el poder que le quitan a los gremios, no es que es «repartido» entre los individuos de la localidad, más bien es transferido a un solo gremio llamado «Uber», que no tiene ningún tipo de raíces en la localidad o comunidad, en efecto es transferir soberanía local a una empresa extranjera. Uber destruye la posibilidad que emprendedores locales tengan sus negocios de asociaciones de taxis, peor aún, dificulta o de plano destruye a los emprendedores locales o nacionales que busquen crear su propio aplicativo estilo Uber. Uber destruye empresas locales para crear una masa de empleaduchos temporales, empleaduchos que ya está buscando como desaparecer.

Los liberales no entienden que los países dominantes de hoy día, los que «inventaron» el liberalismo, no se hicieron ricos aplicando políticas liberales, sino todo lo contrario. Tampoco parecen entender que la desigualdad de poder y negociación entre el poderoso y el periférico es muy real.

El liberalismo es el discurso que los Anglos le vendieron a las periferias para depredarlos de sus recursos. Uber es un caso moderno perfecto, antes de Uber, todo el dinero de la industria de taxis se quedaba en una localidad, ahora, mágicamente parte de ese dinero se va al extranjero, a una empresa que nada tiene que ver con los sitios en los que opera. Esto sin contar todos los problemas locales de los cuales Uber no se encarga ni le afectan, que genera desatar un ejercito de conductores amateurs que no conocen la ciudad, no conocen los caminos, no conocen los atajos, solo ponen Waze y colapsan la ciudad al todos agarrar las mismas rutas que les provee el GPS.

Los que vivimos en el mundo de las republiquetas hispanas tenemos un problema añadido, sin embargo. Si, tenemos que rechazar el liberalismo, pero la nacionalización tampoco nos funciona ¿por qué? Porque nuestras élites son unos desgraciados tan depredadores como cualquier empresa capitalista, nacionalizamos para que los políticos se roben y desfalquen todo, porque no hay sentido real de nación o pertenencia, esto es así porque nuestros países por diseño son construcciones sintéticas de un imperio extranjero para mejor tenernos en sometimiento. Mientras no arreglemos esa situación ni el liberalismo ni el nacionalismo servirán para algo aquí. Cuando la arreglemos, la solución del problema de empresas como Uber no será abrirles los brazos como nos sugieren, sino acabar con ellas como lo ha hecho China.

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