Retrospectiva 2020: El año para odiar a La Ciencia

2020 es el año en que mi desprecio y odio a La Ciencia se acrecentó a niveles que jamás pensé posibles, es el año en que decidí que es una estupidez argumentar algo en base a que «así lo dice la ciencia», de hecho, solo pensar algo así es cederle todo al enemigo. 2020 es el año que La Ciencia y sus seguidores han quedado desnudos en su pusilanimidad, mezquindad e incompetencia, el año en que se demostró que «los expertos» no saben ni entienden nada. Pero a ver, primero a aclarar algo, cuando hablo de odiar a La Ciencia, obviamente no estoy hablando de odiar al «conocimiento verdadero», sería absurdo odiar lo verdadero. Lo que odio es a La Ciencia como institución secular.

Odio a La Ciencia como substituta de la filosofía y teología.

Odio a La Ciencia como «difusora de conocimiento»

Odio a La Ciencia como ONG.

Odio a La Ciencia que es una serie de operaciones de marketing apalancada en los logros de otrora ciencias de verdad como la física.

Odio a La Ciencia como organismo que emite o asesora «politicas públicas».

Odio a La Ciencia como productora de hombres cobardes, insufribles y cada vez más inhumanos.

Odio a La Ciencia como el conjunto de nerdos que se pronuncian cada uno desde su pequeña, limitada, irrelevante y desconectada esquina sobre lo que es y no es en el mundo, pero sobre todo odio cuando se pronuncian acerca de lo que debería ser o no ser.

En fin, que odio a La Ciencia, coño ¡Muera la Inteligencia y Viva la Muerte!

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