Brasilia et Peruvia, grabado del cartógrafo flamenco Cornelis de Jode, siglo XVI.

[ENTREVISTA] Juan Carlos Liendo: «La independencia contribuyó con el desmembramiento geoestratégico de Hispanoamérica»

Entrevista a Juan Carlos Liendo, coronel (r) del Ejército del Perú, exjefe del Servicio de Inteligencia del Ejército (SIE), especialista en seguridad nacional y relaciones internacionales.

¿Cómo se encontraba la sociedad peruana en 1821 cuando los ejércitos invasores comandados por San Martín desembarcaron en Paracas?

En 1821 había una situación muy delicada de tipo político militar en el Virreinato del Perú, lo que aceleró su caída. Además de los factores exógenos, propios de las guerras entre las potencias europeas, en las que participaba España. Desde que se inician las guerras separatistas o de independencia en la región, desde el Perú, primero con el virrey Abascal y luego el virrey Pezuela, se dirigen todos los esfuerzos para derrotar las insurgencias promovidas por agentes franceses e ingleses y operadas por criollos rebeldes. En medio de la guerra civil que se daba en la metrópoli, las acciones contrarrevolucionarias en Sudamérica tuvieron éxito hasta el año 1816, cuando se producen enormes pérdidas militares en Nueva Granada y Río de la Plata. El rumbo de esta guerra cambia definitivamente cuando el Ejército Real del Perú y su armada pierde el control del Mar del Sur, del Pacífico. A partir de ahí comienzan una serie de derrotas militares para los realistas peruanos, y el liderazgo político del virrey Pezuela, un realista de la línea tradicionalista, es sobrepasado por los generales liberales que fueron enviados de la Península a pelear la guerra contra los rebeldes. Antes de que José de San Martín desembarque en el Perú, se produce un golpe de estado de estos oficiales liberales contra el virrey Pezuela, el pronunciamiento de Aznapuquio. El ejército realista entonces se divide en dos, uno estrictamente militar, dirigido por los oficiales peninsulares, y otro que tiene fundamentos locales, sobre la base de las milicias americanas leales que habían derrotado a los insurgentes. El golpe de estado separa el liderazgo político militar del Virreinato del Perú, entre las milicias americanas y las tropas lideradas por los generales liberales. Con la llegada de San Martín, las fuerzas realistas divididas se desplazan, una parte hacia la sierra, y la otra hace contacto con este para establecer una regencia y negociar con Madrid la posibilidad de una monarquía independiente en el Perú con un infante de España. El fracaso de estas negociaciones provocó la evacuación de Lima por los realistas liderados por el virrey La Serna y la entrada de San Martín a la capital, proclamando la independencia el 28 de julio.

¿Qué significó la independencia para el Perú?

La independencia significó para el Perú dejar de ser el centro del poder político y cohesión de los reinos de ultramar de España en América del Sur. Al perder el poder político, el Perú se queda sin clase gobernante, y quienes toman la administración del gobierno son burócratas de mando medio y caudillos militares. Estas consecuencias se proyectan hasta el día de hoy. Lo que ocurrió en el Perú no fue exactamente una guerra de independencia, sino la proyección de la convulsión política que sufría España en su guerra contra Francia, primero, y la lucha posterior entre liberales y conservadores. La dependencia política del Perú con la metrópoli, en términos emocionales de pertenencia a la Madre Patria, se rompe, y el proyecto independentista no es capaz de articular una jerarquía política propia. El intento inmediato, el Protectorado de José de San Martín, que se orientaba a mantener la estructura monárquica, hubiese asegurado la continuidad natural del orden político del Perú, pero fracasa. En 1821, la seductora narrativa liberal y sus promesas de libertad, cambio y mejora, estuvo por encima de la realidad, frustrando la articulación política en el Perú, lo que devino en el quiebre del orden social, divisiones mezquinas y el estallido de guerras intestinas. Cuando hablamos de los independentistas de 1821, hablamos de los progresistas, los progres como se les denomina actualmente, de esa época. Ofrecían el ideal liberal de la libertad, de la independencia y la soberanía, en contraposición al cuerpo político natural del Virreinato, que pugnaba por mantener orden que se encontraba en descomposición. Actualmente vivimos un fenómeno parecido.

¿Fueron las guerras de independencia un germen para las que se dieron luego por disputas limítrofes entre las repúblicas sudamericanas a lo largo del siglo XIX y principios del XX?

La consecuencia inmediata de las guerras separatistas y la formación de repúblicas independientes con fronteras no definidas, fueron las continuas guerras limítrofes hasta la primera mitad del siglo XX. La independencia contribuyó con el desmembramiento geoestratégico de Hispanoamérica.

Una nueva revolución parece extenderse por el continente, esta vez exacerbada con la narrativa neomarxista e indigenista, y se abalanza sobre el Perú casi al final, cuando los demás países vecinos han sufrido ya esas experiencias. ¿Qué hace del Perú un país tan importante para los grupos desestabilizadores que resulta una vez más el último bastión donde resisten los conservadores y moderados?

Doscientos años después vemos el fin de un ciclo. El modelo republicano liberal burgués ya no funciona. La estructura de las repúblicas liberales burguesas está siendo arrasada políticamente por actores neomarxistas con narrativas reivindicativas del indigenismo en toda la región. Las clases políticas vigentes están en descomposición en toda Hispanoamérica y la Iberoesfera en general. Al producirse un proceso inevitable de fin de ciclo como este, los intereses transnacionales proyectan en la izquierda neomarxista una alternativa para no perder el poder. El Perú es importante geoestratégicamente en América del Sur, y hay dos lecturas que pueden ayudarnos a entender por qué. De acuerdo a la lectura anglosajona, es un hub geográfico de interconexión estratégica desde el mar y el aire hacia Sudamérica. Sin Lima y el puerto del Callao no se puede entender la integración económica sudamericana. En la misma lectura, en términos políticos, el Perú es un país desestabilizador del orden regional. Si el Perú es importante, es porque su desestabilización se proyecta de inmediato sobre sus vecinos hispanoamericanos, no en Brasil. El eje geopolítico en Latinoamérica tiene dos vectores que se conectan. El vector Caracas-Lima-Buenos Aires, y el otro es Santiago-Brasilia-Bogotá. El centro de esos vectores, en términos geoestratégicos, es el Perú. Ahora, si hacemos una lectura desde la escuela china o rusa, el Perú es importante porque es centro de referencia de irradiación de cultura y poder por haber sido cuna del imperio aborigen más importante de esta región y sede del poder durante el imperio español. El componente político y cultural de irradiación de poder tiene como centro estratégico al Perú. Ahí que en este país se sellan los procesos de independencia y es el centro de gravedad de los cruces de los vectores geopolíticos de poder en América del Sur. Frente a la realidad de un fin de un ciclo de doscientos años, es inevitable la necesidad de reconexión del mundo hispanoamericano con España, de una manera moderna, como alternativa al caos que provocará el agotamiento del modelo, del poder vigente. El resultado de las insurgencias que se están dando en nuestros países, así como el hartazgo que provoca en algunas sociedades, como la cubana, la imposición de regímenes de izquierda, es incierto. Si no es posible articular el nexo natural de civilización hispanoamericana, vamos a entrar a una nueva forma de fragmentación política, y así como con la independencia hubo caudillismos y guerras entre países, el riesgo es entrar a un proceso de fragmentación donde la estructura del Estado-Nación será desbordada por los caudillos locales a través de la manipulación política e ideológica de comunidades nativas, el negocio del narcotráfico, el crimen organizado y grupos armados. Es indispensable la reconexión histórico cultural y política, con un enfoque moderno y global, de Hispanoamérica con España. Es la única alternativa a la fragmentación política, económica y social de la región a la que nos ha llevado tanto los partidos liberales progresistas como los adeptos al socialismo del siglo XXI.

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