El patriarcado: Una forma deshumanizar al varón

Vivimos en una época en la que la igualdad entre los sexos no podría ser más presente, mismos derechos legales, mismas oportunidades laborales, misma educación, etc., todo es similar entre los dos sexos. No existe ninguna discriminación estructural que afecte a uno u otro sexo, claro que esto no significa que no haya problemas específicos relacionados a tu género, ya seas hombre o mujer, las mujeres se enfrentan a más presiones para ajustarse a un estereotipo de belleza de su género que los hombres, los hombres se enfrentan a más riesgos físicos en sus trabajos, etc., ambos géneros sufren de ciertos problemas más que el otro, pero el sexo masculino no es privilegiado, o no goza de superioridad en ningún aspecto, de hecho los hombres son el género que más comete suicidio, el género que tiene más probabilidad de ir a la cárcel por un delito que no cometió, quienes más probabilidad tienen de ir a la guerra y de morir ahí, más probabilidad de terminar como vagabundos, etc. los hombres mueren por su género a niveles alarmantes, si tomamos en cuenta todas estas muertes como muertes debido al género, y deberíamos, pues como se muestra, son asuntos que afectan específicamente a los hombres, entonces concluimos que los hombres padecen más por su género que las mujeres. Los roles de género no benefician al hombre, por lo cual llamarle “patriarcado” a un sistema con dichos roles, sería un grave error.

Históricamente las sociedades se han alineado a tales roles porque es lo que favorecía a la supervivencia de la especie humana. Que el hombre, más fuerte, ágil, rápido, etc., se dedicara a cazar, mientras la mujer se dedicara a la crianza de hijos y la recolección no es un hecho fraguado por los varones ara oprimir a la mujer, sino una distribución natural de las tareas como especie, es sólo normal que luego de la prehistoria, y a lo largo de la historia las sociedades hayan mantenido dichos roles aunque ya no vivieran en entornos salvajes, no es un plan de dominación del varón, sino una consecuencia evolutiva de nuestra especie.

Sin embargo con el paso de los años, los roles de género han sufrido cambios y transformaciones, pero, como se mencionaba arriba, el «privilegio masculino” es un mito que deshumaniza a los varones, y no existe una ventaja por ser varón, ambos sexos nos enfrentamos a la misma sociedad, tenemos problemas de distinta índole, pero no se puede decir que los varones la tengamos más fácil, las diferencias que existen de clase son las que podemos responsabilizar de hacer la vida de algunas personas más fácil que la de otras, no las de sexo, como hemos dicho arriba. “Resulta extraño que se hable de un sistema “para beneficiar al varón” cuando se envía regularmente a los hombres a la muerte o a los trabajos forzados y constituyen la mayoría de las muertes laborales o de los sin techo, por poner algunos ejemplos señalados (…)”. Chapó. o como opina Esther Vilar, en us libro “El varón domado”, donde se expresa que la mujer no es oprimida por el hombre, sino que en realidad es la mujer la que controla al hombre para que sea su esclavo económico y esto es algo de lo que el hombre muchas veces no es consciente. 

Esto no quiere decir que las mujeres no tengan problemas específicos de su género, contrario a lo que hacen las feministas, no es la intención del autor de este artículo el deshumanizar a las mujeres, sino el plantear una perspectiva de análisis distinta. Las feministas dicen que se vive en un patriarcado porque el sufrimiento del varón es causado por otros varones, esta mentira no podría ser más grande, pues en realidad se debe a complejas relaciones de clase social, nivel socioeconómico, nivel de educación y un largo etcétera, no se debe a que los varones decidan ser malvados con otros varones.

Las feministas opinan que cómo hay más hombres que mujeres en el poder, por eso vivimos en un patriarcado, pero esta mayoría no es algo que se mantenga mediante la fuerza bruta ni mediante la dominación de un sexo sobre otro, sino que es como espontáneamente se ha dado el sistema democrático en occidente, lugar donde la mujer tiene las mismas posibilidades de competir para ocupar cargos políticos que los hombres, así que sería ridículo pensar que a esto se le puede llamar “patriarcado.”

Ante esta realidad es difícil imaginar cómo alguien intentaría sostener la idea de que existe un patriarcado actualmente, sin embargo es algo que muchas personas dan por hecho. Las instituciones de feminismo y estudios de la mujer tienen como una de sus ideas gobernantes el concepto de “patriarcado”, el cual se cita como explicación para la “opresión» de la mujer, sin embargo es sorprendente darnos cuenta de la casi nula atención que estas mujeres le dan a definir e identificar empíricamente las características esenciales de lo que es un patriarcado, y es sorprendente lo poco preciso que esto es, cuando nos encontramos ante uno.

Aunque aun así, es una narrativa repetida hasta el cansancio en los medios de comunicación y en las universidades que dicho patriarcado sigue oprimiendo a las mujeres hoy en día. Se les enseña a los estudiantes que existe una estructura en nuestras sociedades que siempre favorece al varón, se les dice a las sociedades que la mujer vive oprimida por su sexo y el hombre actúa como su malvado opresor, mientras ella queda indefensa y no puede hacer nada, pues el hombre tiene todas las ventajas en la vida, gracias a este sistema que ha creado llamado “patriarcado”.  Pero en realidad no lidian con lo que “patriarcado” significa siquiera.

Hablemos nosotros entonces de qué se trata esto del patriarcado. El propósito de este artículo es establecer y dejar clara la falta de precisión que tiene el nulo concepto de patriarcado, mediante un análisis comparativo de las distintas manera en que históricamente se ha entendido este supuesto fenómeno, para así dejar claro que no existe una continuidad ni seriedad en lo que concierne al supuesto patriarcado, sino que sólo nos sirve como un intento de teoría infalseable para demonizar al varón, pero no se sostiene académicamente, ya que no hay rigurosidad por parte de quienes utilizan el término, y pretenden que abarque cientos de cosas que muchas veces ni siquiera tienen relación entre sí, o incluso son contradictorias. 

Este concepto tiene sus primeras menciones en Aristóteles, cuando realmente se consideraba que las mujeres eran inferiores a los hombres, y la sociedad hacía mímica de esta realidad dándole dominación social al hombre sobre la mujer. En su “política” Aristóteles escribe que “es parte del conocimiento del mantenimiento del hogar que el hombre comande sobre la esposa e hijos, pues el hombre está por naturaleza mejor adaptado para mandar que la mujer.”, en este periodo se tenía la suposición, como Aristóteles lo deja claro, de que el patriarcado era natural, por ende bueno y la voluntad de los dioses, esto, claro, tiene mucho tiempo que dejó de ser así, por lo tanto podemos reconocer que efectivamente existió un patriarcado en el pasado, lo cual no garantiza que haya seguido existiendo luego de este periodo, en realidad no se puede decir que estas ideas hayan muerto cuando cayó la antigua Grecia, siguieron ejerciendo dominancia por un período más largo, y tuvieron influencia en las sociedades hasta que vino la transformación de las sociedades, en el feudalismo.


Vamos a ir más adelante en la historia de nuestro concepto para seguir analizándolo, hagamos una parada con el sociólogo Max Weber, famoso por su trabajo sobre el capitalismo ya la ética protestante, pero a quien trataremos aquí en otros ámbitos. En su libro “Objetividad de las ciencias sociales y política social”, el sociólogo nos dice que “una ciencia empírica no le puede decir a nadie lo que debería de hacer, sino más bien lo que puede hacer y bajo ciertas circunstancias, lo que desea hacer. Es verdad que en nuestras ciencias, los juicios personales de valor han tendido a influencias argumentos científicos sin que esto sea admitido explícitamente. Nos han traído confusión continua y han causado que varias interpretaciones sean puestas con los argumentos científicos, incluso en la esfera de la determinación de simples conexiones causales entre hechos dependiendo si el resultado incrementa o disminuía
 disminuye la oportunidad de que las ideas personales se conviertan en realidad.”,  en otras palabras Weber nos invita a dejar fuera de la investigación nuestra interpretación personal de las cosas, con el fin de llegar a una conclusión más objetiva, traemos esto a colación porque es importante hacer notar que Weber fue un pionero en mencionar lo importante de dejar nuestras emociones fuera de la investigación, por lo tanto sus análisis terminan siendo muy objetivos e imparciales, y tenemos la suerte de que en su más grande obra “Economía y Sociedad”, tocó el tema del patriarcado.

La opinión de  Weber sobre el patriarcado es que “(el patriarcado) está en el núcleo del patrimonialismo. Su conexión lingüística – “patrimonio” deriva del latín patrimonium, que significa estado paternal, es también conceptual y sociológico. “la dominación patrimonial es entonces un tipo especial de dominación patriarcal.(…)” “La autoridad doméstica descentralizada a través de la asignación de tierra y a veces de equipamiento a los hijos de la casa u otros dependientes. Debemos hablar de un estado patrimonial cuando el príncipe organizó su poder político sobre sujetos y áreas políticas -que no es discrecional ni se hace valer por coerción física- justo como el ejercicio de su poder patriarcal”. PAra Weber, entonces, la dominación patriarcal se viene a dar por dos razones conectadas, es la más pura forma lógica de autoridad tradicional, en la cual el cuerpo conceptual  es más severamente revelado. Y el patriarcado es la semilla histórica del patrimonialismo, el cual Weber piensa es una extensión genética de los patrones de gobernante en el hogar de un jefe de familia. Vemos esto históricamente cuando a los dependientes se les otorgan privilegios politice-económicos e inmunidades y se convierten en clientes y agentes de su mismo jefe y patrón, separándose de su hogar familiar para formar sus propios hogares. En este momento definitivo y reiterado, los agentes de los gobernantes se convierten en jefes potenciales y patriarcas principales ellos mismos.

En esta visión del patriarcado, que está inherentemente unida al patrimonialismo, éste es una forma de poder social en escalera donde los hombres tienen el rol dominante, este concepto lidiar con la autoridad, la socialización y el gobierno, aquí solo se describe una forma de organización social donde los hombres son privilegiados por razones tanto sociales como naturales (en menor medida), no se dice que sea positiva, como se decía anteriormente, pues Weber se caracteriza por ser muy neutral. Y analizando nos damos cuenta de que esta forma moderna de patriarcado no existe ya tampoco, pues el patrimonialismo no se da sólo entre varones, este patriarcado también ha sido superado por la igualdad entre hombres y mujeres en el ámbito legal, social y cultural, esta forma de patriarcado quedó obsoleta cuando la mujer pudo poseer tierras.

Finalmente toca analizar una visión feminista de lo que es el patriarcado, citemos a una de las más reconocidas feministas para que nos proporcione como ella ve a este patriarcado, ella nos dice en “Política Sexual” que “La más importante institución del patriarcado es la familia, es tanto un espejo como una conexión con la sociedad a niveles mayores; una unidad patriarcal dentro de un entero patriarcal. Mediando entre la estructura social e individual, los efectos familiares controlan y conforman ahí donde lo político y otras autoridades son insuficientes, como el instrumento fundamental y la unidad de fundación de una sociedad patriarcal, la familia y sus role propototípicos, funcionando como un agente de la sociedad más amplia, la familia solo fomenta a sus miembros a ajustarse y conformar, sino que también actúa como una unidad de gobierno del estado patriarcal que manda a sus ciudadanos a través de las familias. Incluso en sociedades patriarcales, donde se les otorga ciudadanía legal, las mujeres tienden a ser mandadas por la familia y tienen poca o ninguna relación con el estado, y añade que “aunque no haya una razón biológica por la cual las dos funciones centrales de la familia (socialización y reproducción) tengan que ser inseparables, o incluso ocurrir dentro de ésta, los esfuerzos revolucionarios o utópicos para remover estas funciones del a familia han sido tan frustrados y tan impedidos por las dificultades, que la mayoría de los experimentos hasta ahora han resultado en una vuelta a la tradición. Esto es fuerte evidencia de lo básica que resulta la forma del patriarcado en todas las sociedades, y qué tan penetrantes son sus efectos en los miembros de la familia.” 

En esta visión del patriarcado, nos encontramos con una forma de dominación general del varón a un nivel macro y uno micro, ambos se retroalimentan, y se refuerzan, puede tomar varias formas, dependiendo de la época, la localización y otras características. Se nos presenta como una teoría infalseable que no puede ser sometida a ningún análisis metodológico, pues tiene la característica de mutar y confundirnos, por si fuera poco es también una visión anacrónica de la realidad, pues la relación de la mujer como ciudadana fuera de la familia es cada vez mayor, esta autora escribió en los años 60, cuando la unión familiar era muy fuerte, pero hoy en día con los modelos de familias alternativos, y tantos ataques a la familia nuclear, al grado de destruir esta institución, poco queda de lo que Millet analizó en la familia, los hombres con familias, ya no tienen esa visión en la que la mujer es inferior y debe ser sometida, sino todo lo contrario, se cría a los hijos hoy en día con la igualdad en mente. La verdad es que desde que la mujer debió unirse a la fuerza laboral, la crianza de los hijos es igual, a ambos se les prepara para que estudien y laboren al terminar sus estudios, debido a la lógica productivista del capitalismo, el modelo que Millet plantea ya no existe.

Pero el punto más importante de haber traído a colación estas tres formas de entender el patriarcado no era tanto refutarlas en nuestro presente, sino hacernos dar cuenta que cada una es completamente diferente de la otra, no comparten elementos entre sí, y no tienen un desarrollo coherente de una a otra. Para Aristóteles, el patriarcado es una forma natural y positiva de organizar a las sociedades, para Weber no es algo natural y es una extensión de las formas feudales de gobernar, y para Millet es una institución negativa, que lo abarca todo desde el aspecto más minúsculo al más macro, que favorece en todos éstos al hombre por sobre la mujer, no es natural y es altamente opresivo.


Entre más se lee sobre el patriarcado, menos se encuentra una manera formal y académica para poder definirlo, como ya se mencionaba al inicio de este artículo, hay poco o nulo interés por parte de las feministas por darle validez a su concepto, y más interés por difundirlo como una palabra pegadiza para demonizar al varón y continuar con su agenda política, pues en el terreno intelectual esta palabra no tiene significado alguno que sea académico. Todos los estudios que usan el término trabajan con muy diferentes suposiciones y entendimientos de lo que es el patriarcado, es sólo un intento de atraparlo todo con un concepto para poder seguir vendiendo una narrativa que coloca a las mujeres como víctimas y a los hombres como opresores, aun ante la abrumadora evidencia de que la realidad no se apega a esta narrativa. Finalmente, no se puede analizar críticamente algo como el patriarcado, algo que puede significar cualquier cosa para cualquier persona, pues es un concepto totalmente nebuloso, y que no tiene nada de preciso. Si se cree que un concepto existe, es sólo cuestión de tiempo para hallar evidencia a favor o en contra de este concepto, a eso se le conoce infalseabilidad, y el patriarcado es así, una palabra vacía que sirve de chivo expiatorio a las femin

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