Tanto para bien como para mal, la hispanidad siempre está en el candelero. ¿Pero se acuña el término y el contenido de forma correcta?
Así las cosas, nos adentramos en un tema controversial en el cual defendemos el hispanismo como visión de conjunto y aportes mutuos, como unidad en la diversidad, como koiné, como integración de historia, cultura, identidad y tradición, como una construcción cuyo alimento constante nos refuerce frente al injusto peso de la Leyenda Negra; mas no como una suerte de nuevo «nacionalismo colonialista» de iluminados de internet que se creen mandamases absolutos (cuando no son capaces ni de arreglar sus casas); que es precisamente la caricatura expuesta por el indigenismo hispanófobo.
Porque no sólo es la influencia española en América, sino también la influencia americana en España.
Porque no «fuimos y les dimos», que los españoles somos primos, tíos o sobrinos de los descendientes directos de los que fueron, que son los hispanoamericanos; los que a su vez, aportaron mucho a la actual España europea; estado que es un resultado más de la dolorosa y traumática ruptura de la Monarquía Hispánica.
Porque Hispanoamérica no es un territorio exótico y salvaje.
Y porque lo que proponemos es desterrar estereotipos y defender (en los duros tiempos que nos han tocado) una visión real, compleja y completa para ir creando una alternativa tangible e ir uniendo, mas no para ir separando con posturas antipáticas o pedantes que además, nada tienen que ver con la realidad ni presente ni histórica.
La polémica está servida. ¡Pasen y vean!