El lápiz se rompió

NI UNA SOLA PERSONA SOBRE LA TIERRA SABE COMO HACERME.

Yo, el lápiz.

Así dice el lápiz narrador, en el ensayo «Yo, el lápiz«. En el ensayo se explica como es que a pesar de ser algo aparentemente sencillo, nadie en particular sabe hacer un simple lápiz, siendo este el producto final de una larga y compleja cadena de suministros y producción. La madera viene de Oregon, el grafito de Sri Lanka, la goma para borrar viene de las Antillas Holandesas, luego un número no despreciable de elementos secundarios vienen de México e Italia y distintas otras regiones. Luego, está todo el proceso de transporte y manufactura que es una cadena larga llena de procesos complejos que nadie entiende tampoco.

Mi árbol familiar comienza con lo que en los hecho es precisamente un árbol: un cedro de fibra recta que crece en el norte de California y Oregon. […]

Mi punta en sí misma es compleja. El grafito es extraído de Sri Lanka. Tengan presente a los mineros y a todos aquellos que produjeron sus diversas herramientas y a los que elaboraron las bolsas de papel en las cuales el grafito es transportado y a quienes fabricaron las cuerdas con las cuales se atan las bolsas y a aquellos que las cargaron y a los que fabricaron esos barcos. […]

Luego llega el momento de mi «coronación», a la que poco elegantemente se le conoce en el mundo comercial como «la arandela», la parte que los individuos utilizan para borrar aquellos errores que cometen conmigo. Un ingrediente llamado «factice» es lo que constituye esa parte de mi ser. Es un producto de características similares al caucho, hecho con un aceite proveniente de las Antillas Holandesas

Yo, el lápiz

El punto del ensayo es evangelizar sobre las maravillas de los misterios divinos del libre mercado y el capitalismo globalizado y no, no exagero al tratarlo de «misterio divino», el propio lápiz dice sobre si mismo:

En realidad, si ustedes consiguen darse cuenta del milagro que vengo a simbolizar, podrán ayudar a la libertad que desgraciadamente la humanidad va poco a poco perdiendo .

Lápiz Cristo

Para los liberales es algo maravilloso, divino, toda esta cadena de producción global en la que nadie por su cuenta puede producir nada por su cuenta pero que al mismo tiempo hay sobre abundancia de todo.

Todo muy bien, excepto que el milagro secular se acabó, lo mató un virus de China, el núcleo central de la producción milagrosa del liberalismo capitalista global sobre la que el ensayo pretende evangelizar. El coronavirus se ha encargado de demostrar que el sistema tan alabado en el evangelio del lápiz, no puede perdurar en el tiempo.

El virus vino a mostrarnos que es monstruoso y a la larga un suicidio depender de un sistema tan frágil y opaco que hace que nadie pueda, por su cuenta, construir un pobre lápiz o mascarillas, porque todo está envuelto en mil capas de indirección y especialización que al final lo que hacen es atrofiar la producción.

Se acabó el sueño del liberalismo, la realidad vino a cobrar. El lápiz se rompió y ya nadie sabe como hacer uno, felicidades.

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