Aspas de Borgoña en Lima. Foto: Marco Garro/New York Times.

[ENTREVISTA] Víctor Samuel Rivera: «El Aspa de Borgoña simboliza un tiempo mejor que se puede volver actual»

Entrevista a Víctor Samuel Rivera*, miembro de la Sociedad Peruana de Filosofía.

Con las marchas contra el presunto fraude electoral cometido por la izquierda en estas Elecciones Generales 2021, también aparecieron las Aspas de Borgoña, generando una serie de opiniones a favor y en contra, entre aquellos que las reivindican y aquellos que la consideran un símbolo del colonialismo y el sometimiento del Perú a una potencia extranjera. ¿Usted que opina sobre la aparición de estos emblemas y el uso político que se les está dando?

Las objeciones de carácter presuntamente colonial de esas banderas no se sostienen desde el punto de vista histórico. La idea del Perú como una entidad política autónoma es algo que se gestó en el siglo XIX. El Perú del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX era un reino español, como lo eran León o Granada, solo que un reino de ultramar, una parte alejada de la España peninsular. El Perú era España, en el mismo sentido que hoy decimos que Tumbes [provincia limítrofe con Ecuador] es el Perú, o Arequipa o Trujillo, sin dejar de ser por eso Tumbes, Arequipa o Trujillo. Los peruanos de entonces tenían conciencia de que eso era así, que eran súbditos del rey de España. La aparición de esta bandera [Aspas de Borgoña] en el Perú es consecuencia de las guerras contra las invasiones de las juntas separatistas, en especial la de Buenos Aires. Esta bandera se relaciona con la identidad peruana de entonces, porque quienes la enarbolaban se sentían peruanas, y al mismo tiempo españolas, en oposición a los enemigos que nos hostilizaban desde el punto de vista del comercio, el abastecimiento de suministros y amenazaban nuestras fronteras. Hay que recordar que el uso masivo de la bandera es algo muy reciente en la historia occidental, de la cual nosotros somos parte. Durante las últimas décadas de la monarquía hispánica en el Perú, que coincide con la creación y proliferación de las banderas de guerra y mercantes, no era algo normal utilizar la bandera española. Lo que había era el estandarte con las armas del Rey, no tenía un carácter de identidad sino formal, se usaba solo para eventos públicos, y tenía la misma representatividad que la efigie del monarca, que se utilizaba para presidir actos oficiales y se paseaba para rendir homenaje como un ícono, en la tradición que tenemos en el uso de íconos. No era normal que una persona pusiera la bandera rojigualda en su casa o llevara una escarapela. El uso ordinario de las banderas tiene que ver con la formación de las nacionalidades en el siglo XIX. Como vivimos en el siglo XXI, nuestra identidad si tiene que ver con el uso de banderas, lo cual explica o le da sentido a algo tan absurdo como al hecho de que las personas que se identifican o se sienten indígenas, se hayan apropiado de una bandera inventada en el siglo XX, e incentivada por la dictadura militar de Velasco, cuando las culturas prehispánicas nunca tuvieron bandera porque esa idea les era completamente extraña. Y esa bandera luego ha sido apropiada por la izquierda, la bandera multicolor atribuida a los incas, que incluso se emplea para reunir a indígenas que nunca fueron sometidas a los incas, o peor, odiaban a los incas, como los chimú. Es problemático el viaje con las banderas nacionales hacia el pasado; primero, porque las banderas nacionales como tal no existieron en esa época. Lo interesante de hacer un viaje hacia el pasado es que sirve para gestar una idea de identidad. Las personas que son de izquierda lo han hecho exitosamente y han creado una identidad imaginaria que une el pasado prehispánico con una suerte de identidad masiva donde lo indígena es todo, donde no existen pueblos originarios diversos, sino que todo es una especie de fusión ancestral. Eso hace que la lucha por lo ancestral y la izquierda parezca lo mismo, como si los incas, huari o chimú hubieran sido de izquierda, algo que es totalmente surrealista. No me imagino a la cultura chavín siendo de izquierda. Hay algo que es disruptivo e irracional, pero que tiene que ver con el uso de los símbolos. Y así como uno puede utilizar una bandera imaginaria creada en los años 70 del siglo pasado para condensar con el pasado las agendas de izquierda, creo que es perfectamente lícito hacer lo mismo las Aspas de Borgoña, estandarte de los ejércitos peruanos que lucharon durante la guerra civil hispanoamericana. La bandera de guerra, que es el Aspa de Borgoña, se convirtió en un símbolo nacional para las personas que eran del bando realista, que era una gran parte de la población. Las Aspas de Borgoña se empezaron a emplear en este territorio porque el Perú estaba en guerra, y representaron a una versión del Perú que no solo era típicamente española, también andina, las zonas más leales a la monarquía. Y por eso es que vemos Aspas de Borgoña en Ecuador o Bolivia, donde hasta el día de hoy muchas ciudades utilizan variantes derivadas de esta bandera para representar una identidad elaborada, que ya no solo es indígena. La apropiación que se dio de las Aspas de Borgoña en estas marchas fue excesiva, pero tiene sentido porque está más ligada con la realidad del Perú como una entidad política y jurídica que tiene enemigos, al uso de la otra bandera supuestamente prehispánica, imaginaria, que sin embargo ha sido exitosa. Así como la bandera multicolor atribuida a los incas ha sido exitosa, no veo porque las Aspas de Borgoña no lo tenga.

Podríamos decir entonces que se trata de una enseña combativa…

Si, porque las Aspas de Borgoña, que tiene la Cruz de San Andrés, es una bandera militar, de uso para la batalla, no es una bandera para representar al rey, sino el estado de guerra. Esta es una bandera empleada para estas situaciones, que se vieron más seguidas en Europa, porque en el Perú casi no hubo guerras, pues nuestros únicos enemigos a lo largo de la época española fueron los piratas, ingleses, sobre todo, que saqueaban los puertos que no tenían protección de artillería. Durante la Gran Rebelión de Túpac Amaru estuvimos en un estado de guerra, pero no recuerdo que las Aspas de Borgoña se hayan ondeado en aquella ocasión, sino que las milicias, tanto del bando leal a la Corona como los rebeldes, usaron los estandartes con las armas de sus ciudades o estandartes religiosos de distinto tipo.

Algunos grupos, que han sido calificados por la prensa local a internacional como de “ultraderecha”, supremacistas o fascistas, vienen utilizando las Aspas de Borgoña, y no es algo reciente si vemos a organizaciones similares en Europa, particularmente España, que hicieron lo mismo. ¿Por qué cree que estos símbolos atraen a personas que son afines a estas ideologías?

Habría que aclarar que no hay ninguna relación objetiva entre las Aspas de Borgoña y todas las ideas corporativistas del siglo XX. No tienen ningún vínculo objetivo. Lo que si podemos decir es que las Aspas de Borgoña representan un pasado radicalmente diferente al presente. La izquierda tiene siempre esta focalización hacia el futuro, en donde siempre se está buscando algo que nunca ha existido, mientras que el pensamiento de derecha en general, incluso cuando es revolucionario como es el pensamiento fascista, siempre ancla su legitimidad en el pasado. Incluso cuando está buscando agendas futuras, su legitimidad viene del pasado. Y como el pasado indígena ya ha sido apropiado por la izquierda, es natural que el pasado mestizo, porque ni siquiera es completamente español, sino peruano y mestizo, ha sido apropiado por la derecha a través de su faceta más digna de recuerdo, esto cuando uno tiene una concepción amplia y generosa de la historia. El Perú de los siglos XVII y XVIII era un país famoso por sus riquezas, opulencia y grandiosidad, como bien notó Ventura García Calderón en su maravilloso libro Vale un Perú. La conciencia peruana tiene que ver con una idea de grandeza que se formó en la época española, cuando adquirimos una cierta conciencia de nosotros mismos como un país espléndido, y ahí también que se explique la codicia y la envidia de los que promovieron la separación de nuestra matriz española. Volviendo al tema de la bandera, no hay una relación objetiva entre las Aspas de Borgoña, que son percibidas como un símbolo de un pasado mejor, con las ideas del fascismo, sino que representan la reivindicación de un pasado perdido en la medida de que fue mejor, y no solo para los descendientes directos de los españoles, sino para todos. Los peruanos de principios del siglo XX, que estuvieron preocupados por la nacionalidad, le dieron importancia a la época colonial, como así le llamaron por un desliz liberal, justamente porque aun había un recuerdo intenso de la gloria del virreinato. Me parece razonable que se busque un recuerdo glorioso en un pasado real, en lugar de este relato surrealista que busca convencer a los ingenuos que personas que no conocieron ni la rueda ni la escritura, construyeron un imperio grandioso y humanitario, compatible con las agendas progresistas de la nueva izquierda. Por otro lado, que haya gente que tenga inclinaciones corporativistas del siglo XX es una cosa anecdótica. En las grandes movilizaciones que hubo en rechazo a la candidatura de Castillo y en defensa del régimen democrático, la inmensa mayoría de personas que participaron se identificaban con el Estado Peruano tal y como es. Me sorprendería muchísimo que haya un número crítico de personas que cargan las Aspas de Borgoña que se identifiquen con el fascismo. Las formas de organización social en la que se basa el corporativismo han desaparecido, por lo tanto, es inviable.

Las Aspas de Borgoña se han convertido en el símbolo de un Perú que trasciende al 28 de julio de 1821 y la promesa republicana.

Lo que ha generado la polarización política en estas elecciones generales es la búsqueda de una identidad peruana más allá y fuera de los estándares vigentes que solo producen corrupción, opresión y caos. La bandera del Aspa de Borgoña ha adquirido futuro. Yo pienso que uno no debe manipular los símbolos, pero eso no quiere decir que uno deba tener temor de utilizar un símbolo que tiene una justificación histórica. El Aspa de Borgoña simboliza un tiempo mejor que se puede volver actual, considerando las circunstancias del presente. Ahora, tampoco me imagino que un político peruano actual piense que deberíamos reunificarnos con España, lo cual sería una tragedia, pues España está gobernada por gente que es mucho más peligrosa y corrupta que la izquierda que ha llegado al poder.

Con la aparición de estos emblemas propios de la monarquía hispánica, y sobre todo en un año tan simbólico como este, el del Bicentenario, con un sistema político en agonía, ¿podríamos decir que el relato del Perú republicano no satisface del todo y por eso algunos peruanos recurren a estos símbolos más antiguos y con una historia de mayor prestigio?

La razón por la cual la gente es capaz de remitirse a símbolos de una antigüedad mayor es porque el pasado que nos es permitido por este sistema es uno reciente y de pocas luces, Muchos peruanos están buscando un fundamento más allá del recuerdo republicano para ver a su país con otros ojos. Y ese es el límite que yo le pongo al simbolismo de las Aspas de Borgoña, en relación con el pasado que representa, y en oposición, quizás, a la bandera imaginaria que enarbola la izquierda. Recordar es algo positivo, porque nos permite pensar al Perú de forma alternativa, de que somos capaces de gestar algo mejor que la república podrida y corrupta que tenemos.

*Víctor Samuel Rivera (1964) estudió Humanidades y Filosofía en la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), donde obtuvo la Licenciatura en 1992. Ese mismo año fue incorporado a la Sociedad Peruana de Filosofía. Obtuvo los grados de maestría en Historia de la Filosofía y doctorado en Filosofía por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM). Ha publicado más de un centenar de artículos científicos, comentarios de libros y capítulos en obras colectivas en diversos países de Iberoamérica. Muy involucrado desde hace dos décadas en el discurso de la hermenéutica, ha publicado innumerables trabajos con esta orientación sobre temas éticos y políticos. En 2017 publicó Tradicionistas y maurrasianos en el Fondo Editorial del Congreso de la República del Perú.  Es profesor en la Universidad Nacional Federico Villarreal (UNFV) desde 2005.

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