El problema con el Capitalismo

El autor Mark Fisher en su libro «Capitalist Realism» pondera que la percepción sobre el éxito del capitalismo es tal, que se considera que el capitalismo es el único sistema político y económico viable; que es imposible imaginar una alternativa a este; que es más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo. Efectivamente, cuestionar el éxito del capitalismo parece tarea de locos: el capitalismo ha levantado a millones de la pobreza y ha traído incalculable abundancia material. El éxito del capitalismo es tan aparente, que pareciera que Mark tiene razón, no hay alternativa, el capitalismo es lo mejor.

Si, es innegable, el capitalismo definitivamente ha traído abundancia material, pero ¿es la «abundancia» a secas algo bueno o deseable? Esta parece ser la premisa indiscutida, la premisa que los pro-capitalistas o esconden o de plano no ven.

Debería ser obvio que tener más de algo no es inherentemente bueno, primero hay que preguntar que es ese «algo» del que se tiene o quiere más, y justamente el fallo central del capitalismo es que nunca se hace esa pregunta. ¿Quieres tener más vicios o más virtudes? La amoralidad del capitalismo solo hace que esté preocupado en producir más en hacer más, pero nunca en cuestionar si se debe tener o producir más. Así como el capitalismo puede multiplicar la producción de algo como medicinas que salvan vidas, así también te multiplica las drogas que destruyen y acaban con la vida. Así como el capitalismo te multiplica la riqueza, también te multiplica las «necesidades». El capitalismo no entiende de «ayunos» o «privaciones», solo de producción y acumulación infinita, más es siempre mejor así que incluso en esto tiende a convertir su lado redimible en un problema.

El capitalismo al solo entender sobre «capital», es capaz de destruir algo como la familia en busca de mejorar rendimientos económicos. Lo vemos en el caso de querer incorporar a las mujeres a la fuerza «productiva», siendo que las mujeres toda la historia han trabajado, pero trabajaban para su propia familia, no eran parte del «mercado» directamente. Para el capitalismo, experto en la multiplicación del «capital», este tipo de «ineficiencias» productivas son chocantes e inaceptables, mejor destruir a la familia haciendo que todo el mundo trabaje y que se tengan que pagar centros de cuidado para los niños, de esa forma «aumenta la riqueza». El viejo chiste marxista que los capitalistas venderían la soga con la que los comunistas los ahorcarían da en el clavo.

Entonces ¿cuál es la alternativa, el comunismo? Esto es una falsa dicotomía y es perpetrada por el sistema capitalista mismo, para que justamente evitemos buscar otras opciones, dado el fracaso rotundo del comunismo realmente existente, la única opción debe ser el capitalismo ¿no? Pero el capitalismo no vino por revelación divina. El capitalismo es un sistema inventado por un tipo de gente en particular con una manera particular de ver el mundo. El capitalismo es la industrialización y masificación de las tendencias piratas y depredadoras del Norte de Europa, específicamente de Inglaterra y Holanda. En donde antes los héroes eran los piratas, ahora son los «emprendedores» y «comerciantes».

Hay alternativas. España y su imperio venía desarrollando otro modelo, un modelo que no era capitalismo ni comunismo, un modelo que no ponía a la economía como máximo principio guía del Estado o la sociedad. España no era ni amiga ni enemiga de la actividad comercial sino que la relegaba al lugar que le correspondía, como Roma, los Griegos o los Hindúes.

Nos toca a nosotros los hispanos rechazar las alternativas deficientes y depredadoras actuales, nos toca a nosotros marcar la pauta para el futuro, viendo hacia nuestro pasado.

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