Asunto Matzneff: Progresismo y Pedofilia

El Diablo Los Junta: Pedofilia & Izquierdismo

por Beto

Víctima de las trampas descontextualizadas de una Twitterzuela floja, que prefiere marañas –que no hilos– en una plataforma de microblogging que restringe la amplitud de pensamiento a escasos 140 caracteres, Juan Carlos Sosa Azpúrua se convierte en el nuevo blanco de la gauche caviar Venezolana, que enfila sus tweets hacia el díscolo jurista por expresar su desagrado con la miniserie documental que retrata la vida de Jeffrey Epstein, misterioso personaje reminiscente de un Gran Gatsby cuyas preferencias en la cama lo llevaban a abusar sexualmente de jovencitas menores de edad.

Sosa Azpúrua cae en una trampa argumentativa en la plataforma de Jack Dorsey al redactar un trino con guiños hacia cómo en la Tribu de David se considera a la madurez biológica femenina. Descontextualizado, el fenómeno del groupthink & las sempiternas echo chambers del jet-set influencer hacen trizas de él. En la era del desquicio que genera el movimiento Me Too, de la señalización de virtudes en forma de hashtags, de la sustitución de artículos y ensayos por hilos en Twitter y clips de video en TikTok, la cuestión el emparentado que existe entre la progresía y la pedofilia halla su génesis en otra terrible revolución de degenerados sociales: El Mayo Francés de 1968.

El movimiento a favor de la pedofilia como una corriente mainstream alternativa surge en la ciudad luz en el contexto de la revolución cultural del ’68 apelando a la liberación sexual. La década de los 70s, plagada de ideas nuevas que desvirtúan la inocencia e inmadurez neurológica y psicológica de la juventud con ideas –cual lobos vestidos de ovejas– de que “el amor no conoce de edades”. Las agrupaciones pedosexuales, junto con otros movimientos sociales de su época buscaban reformar las cuestiones relativas a las relaciones sociales entre distintas generaciones en materia sexual. Lograron relativizar a la sexualidad y las diferencias biológicas con aristas políticas.

Vasto movimiento que de forma y actitud resoluta con sus instrumentos de la teoría crítica no dan cabida al cuestionamiento o interrogantes de sus planteamientos al calificarlos de prejuicios con adjetivos de extracción burguesa con un conformismo apriorista marcado por el sesgo de la repetitividad hipnótica.

Siendo “la hora de la descriminalización del amor” la consigna de los enfermizos proponentes de la legalización del abuso sexual de menores halló en Libération–diario fundado por Jean-Paul Sartre & Serge July–vocería para la promoción de Frentes para la Liberación de los pedófilos, o anuncios clasificados de perversos hombres buscando adolescentes. Si bien la normalización de esta enfermiza, atroz & degenerada conducta no es una prerrogativa bandera de todos los izquierdistas, intelectuales como Simone de Beauvoir, el mismo Sartre, Tony Duvert, René Schérez, Julien Green, André Gidé –adorna el Péndulo de Rafael Poleo en Revista Zeta–, Allen Ginsberg, Jack Lang–Ministro de la Cultura–, Bernard Kouchner, Roland Barthes, Gabriel Matzneff, etc; en algún momento de sus carreras han argumentado que la pedofilia era una expresión de la libertad absoluta –sin retractarse & sin ningún tipo de condenación moral por parte de sus adláteres–, una forma irredenta de liberación de los yugos que las opresivas normas de una sociedad burguesa imponía con sus construcciones sociales al restringir la expresividad de los sentimientos entre personas de distintas edades.

Si bien la izquierda no condena de forma unánime a este tipo de comportamientos, si engrandecen la obra de los autores de la escuela de Fráncfort y del Mayo Francés del 68 en cuanto a desafiar los prejuicios de la sexualidad. Contraste con la forma en la cual la izquierda justifica sus procederes en sus épocas previas y se desprende de las actuales: De cómo ciertos segmentos del proletariado francés de antaño refutaban a la cuestión homosexual como formas de degeneración burguesa occidental al referirse a la “cacería de maricones en meaderos, aller faire la chasse aux pédés dans les pissotières” como caprichos de algunos ociosos reacios a producir hijos para la revolución mundial para luego ondear banderas arcoíris del Che Guevara.

Los enloquecidos años setenta expandieron por el orbe el discurso de la liberación en términos marxistas-leninistas y variantes maoístas que dejaban poco espacio a las feministas y homosexuales woke de la época.

Sin generalizar ni caer en juicios de valor, una porción representativa de los defensores de la pedofilia en la prensa y la intelectualidad enquistada en la Academia de la época eran asiduos de prácticas homosexuales en círculos políticos militantes progresistas, viendo a esas prácticas como una forma de liberación.

Aquí es donde la izquierda moral e intelectual entran en la disonancia cognitiva de querer reivindicar los ya ancien movimientos que abogaban por el respeto de las libertades individuales –refiriéndose a las experiencias pedófilas de algunos como “costumbres de sus tiempos”–y la expresión de las preferencias en la cama como una cuestión política más que íntima.

En el pantano de variopinta diversidad de los movimientos izquierdistas –que nadatienen de avant garde y que poco conocen de moderaciones & matices–, si revisamos el tristemente célebre Affair Matzneff –escritor galo quien en sus libros de los setenta relataba sórdidamente sus aventuras en la cama con jovencitos filipinos en algún burdel del océano pacífico norte–, punto débil de la izquierda francesa & el prestigioso mundo literario parisino de la Rive Gauche.

Matzneff, laureado por Miterrand–en 1990–, se codeaba con toda la High Society de Francia: Desde Yves Saint-Laurent hasta Jean Marie Le Pen, el escritor alardeaba en los círculos literarios de Boulevard Saint-Germain de cómo señoritas de buenas familias le buscarían para perder sus virginidades & aprender de él, recuentos que se pueden apreciar en una obra titulada “Las menores de 16”.

Nunca investigado por la policía –hasta ahora–, celebrado por el mundo del entretenimiento francés y descrito como un experto en educación sexual, este peculiar Humbert Humbert Nabokoviano tiene en su palmarés los premios Mottard (1987), Amie(2009), Renaudot (2013), y Cazes (2015).

El Affair Matzneff ilustra de forma muy triste la manera en la cual la izquierda pasa de un exceso a otro, la pobre izquierda cree que el mundo cambia y con él cambian los extremos de lo tolerable. Pedófilo confeso & acusado por sus víctimas que es laureado por sus obras literarias y goza del prestigio de un intelectual europeo en una sociedad que tiene una predilección por plumas alegres, dotándolas de autoridad moral e impunidad para continuar con una vida aburguesada mientras se ignoran los efectos deletéreos sobre la psiquis de sus víctimas.

Cuando Vanessa Springora –directora de la prestigiosa Éditions Julliard– escribe “Le Consentment”, una memoria en la que describe su relación con Gabriel Matzneff a mediados de los años ochenta, cuando ella tenía catorce años, el pedófilo de marras cincuenta y fue seducida por éste en una cena a la que la llevó su madre.

Las reacciones no se hicieron esperar, en enero, editorial Gallimard cancela la publicación del último libro de Matzneff, ese mismo día el gobierno francés le revoca una beca de larga data, la revista Le Point lo separa de su róster y su reputación es destruida luego de décadas de encubrimiento por parte de sus pares.

Ahora escondido en la Riviera Italiana, Matzneff se enfrenta al incógnito –práctica totalmente ajena a su boleteo– y al ostracismo con un futuro incierto.

Entre el “Il est interdit d’interdire –prohibido prohibir– & el “Jouir sans entraves” –ten orgasmos mientras puedas–“la violación de las leyes de consentimiento en los círculos parisinos de izquierdas en los setenta & ochenta era visto con la misma lenta bajo la cual se cuestionaba la prohibición de la homosexualidad: Como remanentes de un sistema hetero-patriarcal opresor anacrónico que debía ser borrado por la revolución sexual.

Que la intelligentsia haya ganado las batallas de la política sexual con frecuencia, haciendo de la pedofilia una cosa de católicos con sotanas & no el matiz de una progresía de la cual sus fieles se agazapan y en la mejor de las correcciones políticas atacan de forma desvergonzada por un lado mientras tocan en circle jerks de librerías y bibliotecas las obras de los autores que defienden tan nefasta práctica.

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