peru vs francia

La Cocina Peruana contra lo Afrancesado

Recientemente me regalaron el libro «¡Crear o Morir!» de Andrés Oppenheimer, el libro como tal es simplemente un conjunto de clichés sobre la tecnología, la «innovación» y Sillicon Valley, una serie de superficialidades que uno ya espera de cualquier periodista y más de uno boomer, sin embargo, hay un capitulo en particular que es de suma utilidad para los que estamos tratando de reconstruir el mundo hispano, tanto así que me inspiró a escribir este artículo. Es un capitulo que muestra que los hispanos si podemos superar con éxito la alienación y embobamiento hacia lo extranjero que padecemos .

En la única parte valiosa del libro y que no está totalmente llena de clichés, Oppenheimer entrevista al chef peruano Gastón Acurio quien es la figura más importante en el proceso de elevar y dar a conocer a nivel mundial la gastronomía peruana y es probablemente uno de los chefs más importantes del continente. Antes de leer esta entrevista yo consideraba el orgullo o más bien fetiche que tienen los peruanos con su cocina un síntoma más del típico chovinismo de las superficialidades que padecen los hispanoamericanos, que a falta de logros reales y concretos de sus países en los últimos dos siglos deciden enorgullecerse de tonterías, lo tenía al mismo nivel que estar orgulloso por el futbol, una estupidez y consuelo de pobres, si claro, el país es un desastre tercermundista y una marioneta de ONGs y transnacionales, pero ¡llegamos a octavos de final en el mundial y cocinamos rico, bravo! Pero esta sección del libro me hizo reconsiderar.

Resulta que el ascenso estrepitoso de la comida peruana en el mundo es de hecho una historia de lo hispano liberándose de complejos de inferioridad respecto a «potencias extranjeras», literalmente es un caso de quitarse de encima el afrancesamiento para luego conquistar el mundo de manera casi inmediata.

Gastón Acurio había estudiado gastronomía en la prestigiosa escuela de hostelería «Le Cordon Bleu» ubicada en París, Francia.

Los buenos restaurantes de todo el mundo en ese momento eran franceses. Y a los cocineros del mundo nos formaban para ser franceses. Entonces, nuestro sueño era tener un restaurante francés.

Gastón Acurio le cuenta a Oppenheimer

Más adelante Gastón, desde la óptica de su propia disciplina, enumera a la perfección los problemas generales que conlleva el ser un hispano afrancesado. Lo que le ocurría a Gastón en la cocina, nos ocurre a nosotros a nivel político, social y cultural como civilización y etnia desde hace dos siglos.

Nos dimos cuenta que cuando abrimos el restaurante francés, estábamos buscando desesperadamente los hongos deshidratados que me habían enseñado a usar en Francia. Mis ojos no eran capaces de ver a mi alrededor, ni de darme cuenta de que somos un país con más de 500 frutas diferentes para hacer los sabores más inimaginables. Buscaba la pimienta verde de Madagascar, cuando en realidad tenía cortezas, raíces y hierbas en todo el Amazonas con las cuales podía encontrar sabores tanto o más potentes.»

Gastón Acurio a Oppenheimer

Vaya si esto no describe a la perfección lo que hemos estado viviendo por dos siglos. «Hongos deshidratados» y «pimienta verde de Madagascar» la podríamos cambiar fácilmente por «republicanismo e ideales ilustrados» y las 500 frutas, cortezas y raíces propias fácil podrían representar los siglos de tradición hispana que construyeron el continente y dominaron el mundo no hace mucho, si nos ponemos quisquillosos de hecho deberíamos hablar de miles de años de tradición Romana Católica, pues es un hecho que La Hispanidad es Romanidad. En vez de aprovechar lo que tenemos y nos sirve, siempre andamos desperdiciando nuestros recursos en querer «conseguir ingredientes» foráneos y exóticos, lo seguimos viendo hoy día cuando nuestros gobiernos quieren es estar a la moda de los países del primer mundo siguiendo la agenda de la democracia, el aborto, tonterías LGBT, ecologismo y demás, ignorando por completo la constitución y disposición de su propia gente. El ejemplo más reciente de esta alienación fue en como manejamos el tema del COVID, en vez de realizar planes autóctonos teniendo en consideración la situación nacional, nuestros gobernantes se limitaron a seguir pautas de organismos internacionales.

Continuando con la historia de Gastón, no solo bastó con librarse del afrancesamiento, hay una lección más que debemos aprender de todo el proceso del ascenso de la gastronomía peruana en el mundo: Gastón no buscó competir con otros chefs y cocineros peruanos, ni buscó excluirlos, buscó colaborar con ellos, buscó crear un movimiento más grande que un simple restaurante peruano propio.

Lo que había antes de nuestro movimiento era una competencia por migajas. Nuestra premisa fue: o nos peleamos por migajas o intentamos construir un mundo nuevo que nos beneficie a todos.

Gastón Acurio

Los nacionalistas hispanoamericanos deben entender esto más que ningún otro grupo. Deben entender que su nacionalismo, por si mismo, es una simple pelea por migajas, hay que ser nacionalista hasta cierto grado, sí, pero hay que ir por más, entender que somos más que simples naciones y nacionalidades sueltas. No peleemos por migajas.

Los resultados de lo que logró Gastón los cuenta él mismo:

Que la cocina peruana, tenga reconocimiento en el mundo, es una especie de grito de libertad. Y siendo la confianza en uno mismo la clave para cualquier cosa ése es quizás el gran aporte para poder mirar hacia el futuro con seguridad, con proyectos comunes.

Si algo así se logró aplicado a algo tan pequeño y relativamente poco importante como la comida ¿Qué podríamos lograr si aplicáramos estas lecciones a cosas grandes, serias e importantes?

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