El fetiche con el Campo

Todos los que nos encontramos fuera de las narrativas e ideologías oficiales entendemos a mayor o menor grado los problemas de fondo que tiene el vivir en una ciudad. Las ciudades tienen muchos problemas como el alto costo de la vida, la inseguridad y la constante propaganda progre. Estos problemas causan que muchos, pero sobre todo en la derecha disidente, a pesar de probablemente haber vivido toda su vida en la ciudad tengan un añoro por el campo. Común es ver cuentas de Twitter y blogs mostrando imágenes bucólicas de la vida fuera de la ciudad donde todo es más calmado y hasta romántico.

El problema es que toda esta añoranza o melancolía por sitios en los que uno no ha estado son un capricho infantil. Esta idea del campo que se presenta en internet es una visión totalmente esterilizada y turistificada del mismo, es una evasión total de los problemas de fondo que padecemos y por último es también otra muestra de la ignorancia y hasta el desprecio del citadino al campo.

Empiezo porque es muestra de ignorancia y desprecio al campo. Es absurdo que un citadino que jamás ha trabajado en la tierra crea que simplemente con mudarse a la campiña va a poder empezar una granja, como si fuera fácil, como si no se necesitara educación y experiencia para eso, «tiro semillas y cultivo vegetales, listo». El citadino cree que todo es como un menú, que simplemente con seleccionar la opción «campo», se resuelven los problemas de la opción «ciudad» que tiene ahora y no le gusta. Si, el campo tiene muchas cosas que la ciudad no tiene, pero esa versión del campo tomando sol y bebiendo vino es la versión del turista no de la que persona que vive de la tierra, a la cual se le falta el respeto pensando que cualquier persona puede llegar y hacer su trabajo así sin más.

Más allá de eso, porque tanto aprender a cultivar y a tener una granja se podría lograr, como también vivir en el campo pero tener un trabajo remoto que no involucra laborar con la tierra se puede hacer, el problema central con la idealización del campo es el hecho de que no diagnostica bien los problemas que estamos afrontando en las ciudades, es puro escapismo.

El problema real es la destrucción de la familia y de todo lazo comunitario, lo que añoramos del campo es más que todo ese sentido de pertenencia que pareciera tienen allí. Si fuera solo «la naturaleza» lo que extrañamos, pues añoraríamos es la selva y su naturaleza desbocada, pero no es así, el añoro a la naturaleza campestre es en realidad el añoro a la naturaleza domesticada por el hombre, domesticada justamente por una comunidad. El problema es que las comunidades se forman ante la adversidad compartida en el tiempo, esas comunidades campestres llevan generaciones en el campo, todos se conocen, es absurdo que pienses que tú vas a obtener privilegios de comunidad solo por llegar y aterrizar en el campo sin saber nada tanto de los que viven ahí como de la vida que viven.

Lo que necesitas y añoras es «lo común» que la ciudad moderna arrebata por privilegiar «lo anónimo e individual». Necesitas es una comunidad; el ágora donde discutir con amigos (y enemigos), plazas donde haya niños, salidas y actividades en familia, festivales religiosos donde compartes con los feligreses. En corto, necesitas la Iglesia ¿El campo? es un capricho y un auto engaño, un sueño lúcido donde crees que solo cambiando de lugar se resuelven instantáneamente tus problemas. Deja tranquila a la gente de allá, no necesitan que vaya un citadino a creerse mejor que ellos. Al campo irás es de turista y poco más.

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