El rechazo al mestizaje es muestra de afeminamiento o debilidad

Hay algo inherente y profundamente femenino o afeminado acerca del asco, quejas y rasgado de vestiduras que rodea el tema del mestizaje en los círculos de derecha racialista. Pero antes de seguir es necesario aclarar que esta crítica y el desarrollo que voy a hacer a continuación de la misma, no debe confundirse con que estoy aprobando el «mesticismo» o supremacismo mestizo, que sería volver del mestizaje un fetiche y otra forma de supremacía racial, ya he escrito contra el mesticismo anteriormente aquí, entonces por favor no se confundan. Dicho esto, continuemos.

Sabemos que los sexos no son iguales, especialmente nuestras dinámicas reproductivas y hasta nuestro valor en el tema de la reproducción. Son las mujeres las que dictan o limitan la tasa de reproducción, ellas son el «ingrediente escaso»; una mujer solo puede producir un niño a la vez cada nueve meses más o menos, un sólo hombre puede ir embarazando tantas mujeres como su libido le permita. Lo que estoy diciendo no es nada nuevo, dada las limitaciones y costos involucrados en la parte femenina de la reproducción las mujeres siempre han sido más valiosas para la sociedad que los hombres, los hombres somos en gran medida dispensables o desechables, por esto es que somos los que solemos ocupar todos los oficios más riesgosos en la sociedad. Esta realidad genera otra consecuencia: Las mujeres, al ser las más valiosas -serían como un tipo de «premio»- son las que históricamente se pueden dar el lujo de sentarse a esperar a que lleguen parejas potenciales y luego elegir de entre ellos; somos los hombres los que tenemos que «luchar» entre nosotros para impresionar a la dama (y su familia); probar a través de nuestros logros y acciones que somos dignos de la mujer, por algo en español se le llama a este proceso «conquista», porque realmente es eso, un trabajo de «conquistar» o «ganarse» algo, en este caso el afecto de una señorita. Dado el recurso escaso y lo difícil de la conquista, el hombre es el que se conforma con lo que le toque, el hombre toma lo que puede, lo que se le da, no tiene el lujo de elegir.

Estas diferencias aplicadas al mestizaje revelan que dicho fenómeno o proceso tiene una dinámica totalmente distinta entre hombres y mujeres. Si ponemos las dinámicas de interacción raciales en los términos preferidos en los que los racialistas de derecha piensan sobre el tema -en términos de guerra- entonces resulta que al igual que en las dinámicas reproductivas, cuando ocurre mestizaje es el hombre el que conquista y la mujer es conquistada, en este caso racialmente. En otras palabras, el hombre que se mezcla con mujer de otra raza está conquistando dicha raza, la mujer que se mezcla con hombre de otra raza está siendo conquistada por ella. Esto, repito, no es nuevo, no lo estoy inventando, probablemente si eres de la derecha racialista ya lo sepas, entonces ¿Qué tiene que ver esto con mi premisa que el asco, desprecio o reticencia al mestizaje es algo inherente y conspicuamente femenino o una muestra de debilidad?

Aspecto afeminado

Porque son las mujeres las que al ser las que tienen el privilegio de elegir pareja de entre múltiples pretendientes distintos pueden darse el lujo de rechazar todo hasta quedar satisfechas; son las mujeres las que se suelen «dar el lujo» de sentir asco y revulsión por potenciales parejas porque son las que están acostumbradas a elegir y poner barreras de entrada. Dicho de manera totalmente vulgar y crasa: las mujeres son las que prefieren no tener relaciones sexuales en lo absoluto a tenerlas con alguien que sienten está por debajo de ellas y su auto percibido valor. Los hombres no se dan estos lujos ni son tan exigentes, un hombre agarra lo que le den, tendrá relaciones con la mujer que se deje, no es quisquilloso. Podemos extender la premisa de esta manera: No producir progenie antes de producirla con alguien «indigno» es una presunción totalmente femenina.

Preferir no tener hijos a tener hijos medio negros o medio marrones solo puede provenir de una perspectiva reproductiva totalmente privilegiada, una perspectiva femenina. Los hombres solemos no poder darnos tales lujos de pensar así, los hombres tomamos lo que este a nuestro alcance, los hombres conquistamos, soportamos padecimientos; los hombres nos expandimos y somos agresivos, las mujeres huyen y se quejan; son las que sienten asco y fastidio cuando tienen que interactuar con pretendientes que consideran no son dignos de ellas mismas, exactamente como lo hace la derecha racialista.

Aspecto de debilidad

Hay una interpretación alternativa a la del aspecto afeminado y es la de que tal rechazo proviene de un estado de debilidad. Como ya dijimos, en el mestizaje la raza del hombre es la que conquista y la de la mujer la conquistada, por lo que es comprensible que haya aprensión y rechazo grupal sin son las mujeres de tu grupo las que están mezclándose con hombres de afuera, pero ¿y si son tus hombres los que lo hacen? Pues justamente acá es donde viene el aspecto de debilidad, una nación o grupo fuerte que esté expandiéndose no tendría problema con el tema, es solo si estás débil y a la defensiva -lamiendo tus heridas- que no puedes darte el lujo de siquiera arriesgar a tus varones.

Conclusión

El rechazo al mestizaje puede tener dos vertientes: la afeminada cuando el grupo es fuerte pero no puede evitar tenerle «asquito» al otro; o la de debilidad, donde el rechazo al mestizaje es porque el grupo no está en ningún tipo de condición para expandirse porque está de retirada y a la defensiva.

“Caséme en esta tierra con una mujer muy a mi voluntad. Y aunque allá os parezerá cosa reçia en aberme casado con hindia, acá no se pierde honrra ninguna, porque es una nación la de los hindios tenida en mucho.”

Andrés García desde México a su sobrino Pedro Guinón, 1571

Los anglosajones incluso en la cúspide de poder de sus imperios se comportaron de manera totalmente afeminada en cuanto al mestizaje y ahora en su debilidad, donde tiene más sentido el rechazo al mestizaje, igual lo racionalizan de una manera totalmente absurda y con complejo de superioridad. Por otro lado los Hispanos incluso en nuestra decadencia y bien lejos de nuestra cúspide seguimos expandiéndonos, la vocación Universal no nos la pueden quitar.

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